Cascadas de Hraunfossar. A lo lejos, la granja de Hraun.
Admiramos a los valientes que durante el mes de julio recorren Islandia en bicicleta, llevando grandes alforjas en el cuadro, incluso arrastrando un pequeño remolque, plantando cara a unas condiciones atmosféricas disparatadas por lo cambiantes e imprevisibles, manteniendo el tipo incluso a merced de vientos despiadados y lluvia gélida y atravesando la isla por las rutas inhóspitas del interior.
Entre la comunidad de estos admirables viajeros, al trayecto por el valle de Kaldidalur se lo conoce como la ruta para principiantes. En efecto, la pista F550 por el valle de Kaldidalur es mucho más corta que las legendarias travesías de Kjölur o Seprengissandur, aunque no menos exigente. Por algo Kaldidalur significa el Valle Frío.
Para explorar la ruta para principiantes hay que salir de Reykjavík por la N1 en sentido norte, hacia Mosfellsbær y tomar aquí la carretera 36 hacia el Parque Nacional de Þingvellir. Poco después de rebasar el mirador sobre los Llanos del Parlamento, se debe abandonar la 36 tomando la pista 52 que se dirige al norte. Los primeros kilómetros de esta pista están asfaltados, pero muy pronto el pavimento se pone a tono con lo salvaje del entorno. Empieza la pista desnuda con alguna rampa verdaderamente dura y tramos con grava gruesa o molestas estrías transversales dejadas por las orugas de las máquinas que en junio reabren las rutas del interior. Todo ello complica la conducción y no digamos el pedaleo.
Hay 23 kilómetros desde Þingvellir al cruce de Biskupsbrekka (Colina del Obispo). Al este de la encrucijada de caminos se alza, hasta los 1.060 metros, el cono del volcán Skjaldbreiður, (Gran Escudo). Su cráter tiene 300 metros de diámetro y la erupción, colosal y mantenida durante largo tiempo, sucedió hace unos 10000 años eyectando una enorme cantidad de lava que fluyó hacia el sur y formó la cuenca del gran lago Þingvallavatn. Las imponentes fisuras que rasgan el área de Þingvellir como consecuencia de la separación de las placas continentales euroasiática y americana, son perfectamente visibles en este campo de lava.
A partir del cruce de Biskupsbrekka restan 42 kilómetros hasta el oasis de Húsafell. La primera mitad de este tramo es dura, con firme irregular y sostenida pendiente cuesta arriba. La pista atraviesa una meseta a 700 metros de altitud entre los pequeños glaciares de Þórisjökull (al este) y Ok (al oeste). Cuando la atmósfera está limpia, las vistas son espléndidas.
La última parte de la ruta es balsámica porque ya discurre cuesta abajo, por el Geitlandshraun, el hermoso valle de lava del río Geitá, y porque se divisan a lo lejos las verdes llanuras de Húsafell con sus granjas, alojamientos turísticos, estación de servicio y hasta campo de golf.
Hay mucho y muy interesante que conocer de Húsafell en adelante. Tres visitas obligadas son:
- Las cascadas de Barnafoss y Hraunfossar.
- El lugar de gran interés histórico de Reykholt.
- El monumento natural de Deildartunga o Deildartunguhver.
Barnafoss (La Cascada de los Niños) se encuentra casi a la orilla de la carretera que por aquí ya está asfaltada. La corriente fluye en este tramo por un estrecho y profundo cañón. Antiguamente, según cuentan, en alguno de los puntos más ceñidos, los jóvenes temerarios eran capaces de saltar de una a la otra orilla. Durante el invierno, el agua pulverizada facilitaba la formación de masas de hielo sobre ambos bordes que finalmente terminaban por formar un arco por encima de la corriente. También cuentan que los granjeros del área solían atar una cuerda de orilla a orilla para facilitar la formación de ese tipo de arcos, de suerte que las ovejas podían cruzar el río y pastar en la margen opuesta.
El nombre de Barnafoss alude a una tragedia sucedida en tiempos inciertos y protagonizada por dos chavales vecinos de una granja cercana. En cierta ocasión, la familia de granjeros acudió a la lejana iglesia confiando en que los niños permanecían en casa, pero no fue así. Salieron tras sus padres y tomaron un atajo para vadear el río por un puente de piedra natural que había entonces sobre la catarata. Una versión de la historia afirma que en medio de este paso perdieron el equilibrio y la corriente se los llevó. Su madre maldijo el lugar y, poco después, un terremoto destruyó el arco. Otra versión dice que el puente se hundió cuando los niños estaban justamente encima.
Inmediatamente debajo de Barnafoss está la muy singular cascada de Hraunfossar. En realidad es una larga serie de cascadas, de casi un kilómetro de longitud, formada por torrentes que manan bajo el manto de lava de Hallmundarhraun, en el mismo flanco derecho del cañón, despeñándose sobre la corriente.
El Deildartunguhver o Deildartunga es un poderoso manantial de agua hirviente que libera un caudal de 180 litros por segundo a la temperatura de 97ºC. No hay en el continente europeo otra fuente de esas características. Para mejor hacerse una idea, sirvan estos datos: la totalidad del agua que liberan los 47 manantiales de Hot Springs (Arkansas) es de 35 litros por segundo con temperaturas entre 35 ° y 68 °C. Las Lava Hot Springs de Idaho proporcionan 130 litros por segundo. Las Glenwood Springs de Colorado alcanzan los 143 litros por segundo.
En los paneles informativos puede leerse que el agua que mana actualmente proviene de precipitaciones caídas hace mil años sobre la meseta que domina el valle de Borgarfjördur. El manantial está a solo 19 metros sobre el nivel del mar, de manera que el envío del agua caliente para calefacción de poblaciones como Borgarnes (a 34 km) o Akranes (a 64 km) ha de hacerse mediante bombeo. El sistema de canalizaciones fue ejecutado entre 1979 y 1981. Cuando el agua llega a su destino, sólo a perdido 20ºC, por lo que las habitaciones de esas ciudades se calientan con el caudal del Deildartunga a temperaturas entre 73 y 77ºC.
Muy cerca de Deildartunga se encuentra Reykholt, un lugar de gran importancia histórica y cultural. Aquí vivió Snorri Sturluson, poeta, legislador y político cuyos escritos de historia y mitología islandesa tienen un valor incalculable hoy día. Quedan vestigios de su granja, el pozo de agua caliente donde se bañaba y el pasadizo subterráneo entre esta piscina natural y la vivienda.
A los 35 años, Snorri fue elegido jefe del Aþhing, la antiquísima asamblea legislativa que se reunía una vez al año en Þingvellir. En 1218 acudió a Noruega donde el rey Hákon le dio el título de barón. Snorri se comprometió a que Islandia aceptase la dependencia de Noruega y, a la espera de poder cumplir la promesa, entregó a su hijo como rehén. Sin embargo, los islandeses no aceptaron la anexión y Snorri fue declarado traidor. Tras la guerra civil desatada en la isla, fue asesinado por Gizur Thorvaldsson, al servicio de enviado Hákon de Noruega.
Se considera a Snorri Sturlsson uno de los más grandes literatos de la Islandia medieval. Escribió la Saga de Egil Skallagrímson, el manual de poética llamado la Edda Prosaica y una cosmogonía nórdica.
Antiguamente Reykholt fue el centro intelectual de Islandia y durante mucho tiempo hubo aquí una especie de colegio o universidad de gran prestigio. Los arqueólogos están avanzando para sacar a la luz los restos de la villa medieval.
Hoy Reykholt tiene unos cien habitantes dedicados a la ganadería y la horticultura mediante mediante invernaderos basados en las fuentes termales. Durante nuestra visita encontramos al aire libre un puesto de venta de tomates con un buzón para que el interesado depositase allí las 200 coronas que costaba cada kilo de producto.
A sólo 30 kilómetros de Reykholt discurre la carretera N1 por donde los viajeros en coche pueden hacer el regreso a Reykjavík atravesando los fiordos de Borgarnes y el Hvalfjördur de Akranes, este último bajo el agua, por un flamante túnel subterráneo de peaje. De este modo completan una jornada viajera de mucho y muy variado interés con inicio y final en la capital de Islandia.
En cuanto a los intrépidos ciclistas, les dedicaremos un capítulo en exclusiva.
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