martes, 30 de marzo de 2010

VAMOS A PESCAR SALMONES, TRALARÁ ...




¿Qué pescador que se precie no ha soñado con atrapar salmones en los ríos de Islandia?
No todas las corrientes son como la que muestra la fotografía. La pesca se hace en lugares más propicios. Ésta es la catarata Godafoss. El 24 de junio del año 1000, el parlamento islandés -el Alþingi- acordó la conversión del país al cristianismo y mandó arrojar los viejos ídolos por la cascada que desde entonces se llama Cascada de los Dioses.

Isleif Gizurarson, consagrado en 1056, fue el primer obispo nativo. Cada verano, desde su sede de Skálholt -donde estaba su granja familiar y donde hoy puede visitarse la catedral- atravesaba los terribles desiertos de Sprengisandur para ser pescador de hombres entre la gente del norte. Acaso durante las dos arduas semanas de caminata, además de tasajos el obispo comía algún salmón fresco.

Hoy no podría hacerlo porque en Islandia es más difícil pescar salmones que pescar hombres. El precio de las licencias para el angling varía entre los 600 y 1250 euros por caña y día. Los islandeses opinan (y así lo expresan en alguna web especializada) que esto puede parecer muy caro, sin embargo hay gran demanda y es preciso solicitar los permisos con mucha antelación. Si el mercado está dispuesto a pagar tanto, es porque el asunto lo vale. Se compran licencias con años de adelanto y a veces el derecho es transmitido entre familias. Por eso, aún dejando al margen el asunto del precio, acceder a algunos ríos de curso tan plácido y fauna tan ubérrima como el Laxá, junto al lago Mývatn, es casi imposible.

Menos mal que pescar truchas es más fácil y que la pesca en los fiordos es libre. Aunque de ello ya hablaremos con más propiedad a la vista de nuestra próxima experiencia.

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