martes, 14 de septiembre de 2010

LOS AÑOS OSCUROS


Campos de lava en el área de Krafla.

Hver, cerca de Reykjalid, área del lago Mývatn.

A finales del siglo XIII empezó para Islandia el largo y siniestro período conocido como Los Tiempos Oscuros.
En 1300, 1341 y 1389 se sucedieron tremendas erupciones del volcán Hekla, fuertes terremotos, epidemias en la cabaña ganadera y hambruna.
En 1380, la isla pasó a pertenecer a la corona danesa y el viejo parlamento, el Alþing, se fue quedando en un mero tribunal presidido por los jueces del reino de Dinamarca.
A comienzos del siglo XV la Peste Negra arrasó el país. Murió un tercio de la población. Se estima que en Islandia quedaron entre 30.000 y 40.000 personas.
A finales de esta centuria, los pescadores británicos explotaban las costas de Islandia pagando los derechos a la corona danesa. A mediados del XVI, la corona danesa impuso la Reforma de la iglesia. El último Obispo católico, Jón Arason, fue asesinado.
En 1579, los piratas ingleses saquearon los puertos y granjas de costa oeste.
En 1602, Dinamarca monopolizaba todo tipo de comercio con Islandia.
En 1618 arreciaron las erupciones volcánicas y los terremotos.
En 1627 los piratas argelinos saquearon la costa oriental y también las Islas Westman, causando grandes matanzas.
En 1660 entró en erupción el terrible Katla en el glaciar Mýrdalsjökull.
El absolutismo danés sobre Islandia alcanzó su máxima expresión y el Alþing perdió aún más sus atributos.
En 1693 entró el Hekla en erupción.
En 1707, la viruela mató a 18.000 personas.
En 1727 ocurrió una erupción desastrosa en el Öræfajökull, al sur del glaciar Vatnajökull.
En 1755 volvió el Katla a entrar en erupción. Dos años después habían fallecido nueve mil personas por enfermedad y hambre.
Entre 1783 y 1785 ocurrieron fortísimos terremotos y la erupción catastrófica del Lakagígar, uno de los mayores cataclismos en la historia moderna del mundo. Sus efectos sobre la atmósfera de la tierra alcanzaron a toda Europa y al delta del Nilo afectando a las cosechas. En Islandia, a estos terribles sucesos siguieron años de hambruna. Los cielos se oscurecieron y el suelo se cubrió de cenizas durante tanto tiempo que el ganado casi se extinguió. Más de 10.000 personas murieron y los supervivientes llegaron a alimentarse de algas y de aceite de hígado de bacalao. Dinamarca contempló la posibilidad de desalojar la isla e instalar a sus habitantes en los páramos de Jutlandia.
En 1786 Reykjavík obtuvo el estatus de ciudad: tenía entonces doscientos habitantes.
En 1800 sucedió la definitiva disolución del Alþing, sustituido por una Corte Suprema. Esto significaba la extinción de Islandia como nación.

En 1807 nació en el valle de Öxnadalur el que pronto sería reconocido como gran escritor, poeta y naturalista Jónas Hallgrímsson, al que nos referíamos en la entrada del 11 de septiembre. Hallgrímsson es uno de los padres de la resurrección de Islandia. La historia oficial da por concluida la Edad Oscura en los años en que Jónas Hallgrímsson escribió su celebrado y enardecedor poema titulado ÍSLAND:



¡Islandia, isla venturosa! ¡Nuestra hermosa, generosa madre!
¿Dónde están ahora tu fortuna y tu fama, tu libertad y tu antigua virtud?
Todo es transitorio en la tierra y los días de tu grandeza y tu gloria
titilan hoy como distantes llamas en la noche,
muy lejos, en lo más profundo del pasado.

Eras un país precioso y limpio, coronado por glaciares nevados,
con el cielo azul y despejado y el océano resplandeciente.
Nuestros gloriosos antepasados, los héroes devotos de la libertad,
llegaron por el mar, desde el este, ansiosos por poblar el territorio.

Criaron a sus familias en el floreciente regazo de los valles
donde todos vivían saludables y felices, agradecidos a su tierra.
Entre los riscos de lava, por donde el río Öxará se despeña desde siempre
en la grieta de Almannagjá, el Alþing se reunía cada año.

Allí meditó profundamente el viejo Þorgeir antes de abandonar a los antiguos dioses.
Allí marcharon con paso firme Gissur y Geir, Gunnar y Héðinn y Njal.
Viajaron nuestros héroes a través de los mundos y al pie de los acantilados
bogaron sus fabulosos navíos cargados de riquezas.

Qué amargo es verte ahora así, encallada, acobardada en el presente,
tus gentes perezosas y resignadas, renunciando a la lucha.
¿Qué hemos hecho de nuestra hacienda durante los últimos seiscientos veranos?
¿Hemos abierto prometedores caminos con el progreso y la virtud como meta?
Era éste un país precioso y limpio, coronado por glaciares nevados,
el cielo azul y despejado, el océano resplandeciente.
¡Ah! Entre la lava por donde el río Öxará se despeña desde siempre
en la garganta de Almannagjá, el Alþing se ha desvanecido, desapareció.

El Lugar de Snorri es ahora un corral de ovejas; los arbustos cubrieron la Roca de la Ley que ahora se ve pintada de azul por las bayas
con que los niños –y los cuervos- se dan sus festines.

¡Oh, vosotros, hijos de Islandia, jóvenes y viejos, todos juntos!
¡Daos cuenta de cómo fue flaqueando
la memoria de vuestros antepasados hasta borrarse de la tierra!

Nota: en próximas entradas trataremos de aclarar el significado de tantos nombres propios como aparecen en el poema: Þingvellir, el río Öxará, la brecha de Almannagjá, el Alþing, el viejo Þorgeir, Gissur, Geir, Gunnar, Héðinn y Njal, el sabio Snorri y la Roca de la Ley.


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