martes, 17 de agosto de 2010

FIORDOS DEL ESTE. 2.- SEYÐISFJÖRÐUR










Seyðisfjörður tiene fama de ser uno de los fiordos más hermosos de Islandia. Fue colonizado alrededor del año 1000 – el primer habitante se llamó Bjólfur- y a lo largo de los siglos hubo entre diez y veinte granjas diseminadas por aquí hasta que, en 1848, se establecieron los pescadores noruegos. Entonces nació la villa actual que creció poco a poco en la cabecera. Alguna de las casas de madera que se conservan actualmente datan de aquellos años llamados los herring years, los años del arenque. La población pasó pronto de 200 a 1000 habitantes. Poco a poco se formaron cuatro barrios: Fjarðaralda y Vestdalseyri en el flanco norte del río Seyðisfjarðará y Búðareyri y Eyrar en el sur. En Vestddalseyri, el americano Thomas Welcome Roys puso en marcha la primera industria ballenera, que operó hasta 1866. Tiempo después, los barrios de Vestdalseyri y Eyrar fueron abandonados. Los otros dos constituyen la actual población.
En los años del arenque, Seyðisfjörður era la mayor población en el este de Islandia. En 1906 la Great Nordic Telephone Company tendió un cable submarino y la conectó con el continente. Hasta bien rebasado el ecuador de la centuria, Seyðisfjörður fue un centro de comunicaciones importante, pero no solo eso. En 1913 construyeron un azud en el río e instalaron una turbina y un generador, de modo que también fue el primer lugar del país que tuvo fuerza e iluminación eléctrica.
Durante la Segunda Guerra Mundial, británicos y americanos establecieron una base cuya pista de aterrizaje continúa en uso. Dicen que en el fondo del fiordo quedan restos de aquel tiempo y, entre ellos, los un barco tanque para combuistible, llamado El Grillo, que fue bombardeado y hundido por los alemanes. El cañón de El Grillo -así, en español- fue sacado a flote y es ahora un monumento en su memoria.
Últimamente, la industria de la pesca y el procesado desapareció de Seydisfjördur y ahora el lugar vive ante todo del turismo. En verano llega un ferry desde el puerto escocés de Scrabster, con escala en Thorshavn (Islas Feroe). Otro viene del puerto de Bergen, en Noruega. Y un tercero, el más importante, opera durante todo el año desde Hanstholm, al norte de Dinamarca.
Aquí hay una vida cultural muy intensa, además de museos y galerías de arte.

Paseando nosotros por la villa el 23 de julio de 2010 observamos cerca de lo alto de la montaña, por encima del barrio de Fjarðaralda, alguna actividad que supusimos sería una prospección minera o similar. Luego nos enteramos de que, hasta hace pocos años, las avalanchas de nieve causaban tragedias en estos fiordos, con docenas de muertos. Por esa razón, a finales de siglo pasado, el gobierno islandés acordó revisar los mapas de riesgo y tomar medidas. Seyðisfjörður fue clave en la realización de estudios y actuaciones relacionadas con este asunto. Se construyeron poderosos muros de contención en el flanco sur del monte Bjólfur –así nombrado en homenaje al primer habitante del fiordo- y suponemos que las obras que nosotros vimos desde la ciudad tienen algo que ver con ello. Supimos, aunque demasiado tarde, que es posible llegar en automóvil hasta allá arriba a través de una buena pista que sale de la carretera, por la izquierda, cerca de donde empieza el descenso desde los altos de Fjarðarheidi. Desde esas trincheras contra avalanchas se obtiene una panorámica fantástica, dicen. Lo recordaremos para una próxima ocasión.

Entre Egilsstadir y Seyðisfjörður hay veintiún kilómetros con el puerto de Fjarðarheidi por medio. Este paso debe de ser terrible durante los nueve meses del invierno. Al parecer, además de las tremendas nevadas y ventiscas que por allí azotan, la niebla es habitual. Y no hay otro modo de entrar o salir del fiordo. Si la niebla está ausente, al iniciar el descenso del Fjarðarheidi enseguida de divisa la población. La carretera baja vecina a las cascadas de Mulafoss y Gufufoss y hay por allí un monumento muy llamativo. Se trata de un conjunto de pilares de basalto con una inscripción en islandés que logramos traducir a trancas y barrancas. Más o menos reza que la construcción está hecha en memoria de Þorbjörn Arnoddsson (1897-1976), pionero en transportar viajeros regularmente y en pleno invierno entre Egilsstadir y el fiordo a través del Fjardarheidi. He colocado en cabeza de esta entrada una fotografía del personaje a bordo de su vehículo. La bajé de Internet y pertenece a la colección de su hija, Pálína Kristín Þorbjörnsdóttir, recientemente fallecida.
Las demás fotos muestran, de arriba a abajo:

- edificio municipal como muestra de las muchas, antiguas, bellas y coloridas construcciones.
- la sucesión de cascadas junto a la carretera que desciende hacia el fiordo.
- el monumento al transportista pionero.
- la carretera discurriendo por los altos de Fjardarheidi.
- la iglesia y el barrio bajo el monte Bjólfur.
- una vista parcial del barrio de Budareyri.
- una panorámica de la cabecera del fiordo tomada al inicio del descenso desde el paso de Fjardarheidi.

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