sábado, 30 de octubre de 2010

AVECILLAS (III): Frailecillo



Viste hábito y escapulario blanco, capa y capucha negra y permanece erguido al borde de los acantilados, en postura recogida, con la vista fija en el mar, parece que meditando o en actitud orante.
Por eso le llamaron fratercula arctica o pequeño fray del ártico o frailecillo. (En islandés lundi, en inglés puffin, en francés macareux, en asturiano flairín).



Entre ocho y diez millones de ejemplares de fratercula arctica viven en Islandia. Se calcula que la mitad de la población mundial viene a criar aquí.
Las guías de aves y los folletos turísticos suelen aconsejar para el avistamiento los acantilados de Látrabjarg, en las islas del Breiðafjörður (al oeste) y en las Westmann (al sur). Una de las Westman se llama precisamente Lundey, la Isla del Lundi.
Últimamente los frailecillos colonizan la isla Surtsey, la tierra más joven del mundo, producto de una erupción volcánica en 1963. Está muy cerca de las Westman, al sudoeste, y es una reserva biológica absolutamente inaccesible salvo para los científicos que estudian los procesos de desarrollo de la vida en una tierra nueva.

En el año 1996 nosotros pudimos disfrutar de la compañía de miles de frailecillos en los farallones de Dyrhólaey, pero en julio de 2010 no había ninguno, suponemos que a causa de la erupción del Eyjafjalla durante la reciente primavera.
Afortunadamente gozamos paseando entre una colonia multitudinaria en la isla Grímsey, ya dentro del Círculo Polar Ártico. (Todas las fotografías fueron tomadas allí).


Avanzado el verano, a mediados de agosto, los millones de ejemplares que habitan Islandia, incluidos los casi recién nacidos, despegan de los acantilados y se van hacia alta mar en vuelo nocturno, guiándose por la luna. Allí, muy lejos de tierra firme, pasan la mayor parte de su vida.


Despegar desde el agua es ardua tarea para el frailecillo. (Foto tomada desde el ferry, entre Dalvík y Grímsey)


Los frailecillos son infinitamente más hábiles nadando y buceando que volando. Pueden sumergirse hasta sesenta metros de profundidad y lanzándose desde los acantilados emprenden el vuelo con facilidad; pero precisan de un aleteo frenético y viento de cara para levantar el vuelo desde el agua.
Durante el invierno permanecen solos o en grupos muy pequeños y no pisan tierra ni una sola vez. Con el anuncio de la primavera, emprenden el regreso hacia el lugar donde nacieron y allí cada uno busca y encuentra con su pareja a la que quizá no ha visto desde el año anterior. El matrimonio suele durar toda la vida. Cuando un frailecillo alcanza la edad reproductora, busca consorte entre los de su misma edad o se une a un adulto viudo.
Uno de los alardes más llamativos del frailecillo es su capacidad para ir cazando peces y mantenerlos colgados del pico hasta reunir un verdadero racimo. Se han llegado a contar docenas de pequeños peces perfectamente alineados en el pico de un puffin, lo cual consigue fijando las espinas entre la lengua y el paladar.



Está permitido atrapar frailecillos en Islandia, aunque con determinados controles. Para cogerlos, usan una especie de cazamariposas y como estas aves hacen sus madrigueras justo al borde de tremendos farallones, la caza es un deporte de alto riesgo.







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