Por el norte y oeste del glaciar Eyjafjallajökull –cuyo volcán tanto dio la lata en la primavera de 2010- el río Markarfljót baja desde el Parque Nacional de Þórsmörk recogiendo los drenajes del flanco noroeste del Mýrdalsjökull y de gran parte del Eyjafjallajökull. De este modo, alcanza en ocasiones un caudal importante y, siempre que ocurre una erupción, las avalanchas de agua y cenizas son temibles. La desembocadura del Markarfljót, como la de todos los ríos de origen glaciar, es una vasta llanura de arenas negras a cuyo través van hacia el mar varios hilos de agua de curso inestable. La carretera N1 (Hringvegur) atraviesa esta larga marisma por medio de diques y puentes, alguno de los cuales tiene una notable longitud.
Discurriendo en coche (o en bicicleta) por esta parte de la carretera, desde muy lejos se divisa la cascada de Seljalandsfoss despeñándose desde el zócalo vertical que el mar y el río Markarfljót han labrado en las estribaciones del Eyjafjöll. La imagen de este hermoso salto de agua es muy habitual en libros, calendarios o presentaciones de “powerpoint” que recogen las más hermosas cataratas del mundo.
Aquí se precipita desde sesenta metros de altura el pequeño río Seljalandsá, uno de los muchos que nacen en el glaciar Eyafjallajökull.
Dicen que en el invierno de 1967 ocurrió un temporal de lluvia en esta zona y que el Seljalandsá corría con tal caudal y virulencia que rompió un trozo de la arista superior, por lo que la cascada perdió algo de su anterior belleza. De todas formas, continúa siendo de las más célebres y admiradas en Islandia.
Vista desde lo alto de la cascada. (Al bajar de aquí tuve un percance y creo que me rompí el menisco de la rodilla derecha. Han pasado casi tres meses y aún no he ido al médico). |
![]() |
Envidiables jóvenes familias nórdicas se pertrechan adecuadamente para disfrutar de Islandia en verano. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario