domingo, 19 de septiembre de 2010

EL ORO DE GULLFOSS


Fragor en el segundo escalón de la cascada Gullfoss.


El caudaloso río Hvítá salta sus primeros once metros y gira bruscamente 90 grados el oeste para despeñarse en la garganta desde 22 metros de altura. El arcoiris es una seña de identidad en Gullfoss. La Cascada Dorada le debe su nombre.

Los visitantes se acercan al salto sin que les importe la inevitable mojadura que causa la nube de minúsculas gotas.

El Hvítá desplomándose en la garganta. En sentido contrario se acerca un chorro de espectadores desde la plataforma superior.

Los espectadores se empapan de belleza y de agua al borde del salto.

Panorámica del monumento natural.
 

Retrato en bronce de Sigríður Tómasdóttir, relizado por Rikhardur Jonsson y anclado
sobre un monolito junto a la cascada Gullfoss.

Gullfoss, la Cascada de Oro del río Hvítá (el Río Blanco), es uno de los grandes monumentos naturales y una de las mayores atracciones turísticas de Islandia.
El caudaloso Hvítá del sur (hay otro Hvítá que desemboca en el Borgarfjördur, al que ya nos referíamos en anteriores entradas) nace en el lago Hvítárvatn, la mayor cuenca de drenaje del glaciar Langjökull.
Después de recorrer unos 40 kilómetros, el Hvítá se despeña en una de las más espectaculares cataratas de Europa. La caída ocurre en dos saltos de once y veintiún metros respectivamente. El primero de ellos está formado por tres escalones tras los cuales el río vira 90 grados al este y se desploma por el segundo, con gran estruendo y formación de una nube de minúsculas gotas a cuyo través se descompone la luz del sol dando lugar al arcoiris tan característico de este lugar. El enorme caudal queda entonces constreñido entre los muros del largo y estrecho cañón por donde se aleja. Esta garganta del Hvítá tiene veinte metros de anchura y dos kilómetros y medio de longitud. La nube impide a menudo la visión de la garganta hasta tal punto que parece como si al río se lo hubiese tragado la tierra.
El caudal medio en el salto es de 140 metros cúbicos por segundo durante los deshielos del verano, quedando reducido a 80 metros cúbicos por segundo en el invierno. El Hvítá es un río temible que llegó a alcanzar aquí el asombroso caudal de 2000 metros cúbicos por segundo, el máximo del que se tiene noticia.

La leyenda de Sigríður Tómasdóttir
En los inicios del siglo XX se consideró la posibilidad de instalar en Gullfoss una planta hidroeléctrica. Por aquel entonces Tómas Tómasson y Halldór Halldórsson, propietarios la granja de Brattholt en cuyos términos está la cascada, recibieron una oferta suculenta de inversores británicos por el arrendamiento de los derechos de explotación. Sigríður Tómasdóttir, hija de Tómas Tómasson, se opuso frontalmente a la intervención hasta el punto de que amenazó con arrojarse al salto si los planes seguían adelante. Sus actuaciones tuvieron éxito. Sigríður contó con la ayuda del abogado Sveinn Bjornsson, que llegaría a ser el primer presidente de Islandia. La defensora de Gulfoss murió en 1957 y está enterrada en el cementerio de Haukadalur.
Hay quien asegura que hay algo de fantasía en la leyenda de Sigríður pero lo cierto es que esta islandesa será recordada siempre.

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