La célebre LangaBúð de Djúpivogur. |
La pirámide de Bulandstindur vista desde Djúpivogur. En medio del pueblo destaca la Tienda Larga, la roja LangaBúð. |
En la entrada correspondiente al 11 de agosto de 2010, titulada LA LEYENDA DE BERA Y EL PASO DE ÖXI, ya tratamos este asunto. Pero el Berufjörður merece más dedicación.
Este fiordo tiene unos veinte kilómetros de longitud y un ancho de cinco kilómetros en la boca. En la entrada, por el flanco sur, la población de Djúpivogur y el monte Bulandstindur componen un cuadro que ningún viajero por Islandia se debería perder.
Quienes acceden desde el sur siguiendo la N1, llegan directamente a Djúpivogur. Los que vienen por el norte, desde Egilsstadir, si utilizan la N1 descienden hasta la costa en Breiðalsvík y desde esa bahía deben continuar hacia el sur cubriendo 65 kilómetros para llegar a Djúpivogur tras bordear el fiordo entero. Por esta ruta, desde Egilsstadir a Djúpivogur hay 149 kilómetros pero existe un atajo, el paso de Öxi (pista 939), que desciende justamente a la cabecera del fiordo y ahorra 22 km. En una anterior entrada de este blog recordábamos la tragedia de Bera, a la que Berufjörður debe su nombre. Esta leyenda podría desanimar a algunos a utilizar el paso de Öxi, pero lo cierto es que la N1 tampoco está asfaltada en su descenso a Breiðalsvík. Me atrevo a decir que entre mediados de junio y finales de julio –fechas en las que nosotros lo utilizamos- el paso de Öxi no plantea problema alguno, incluso para coches que no son todo-terreno. (Quizá la madrileña María A. y su novio, cuyo coche sufrió el reventón de una rueda en el alto de Öxi el pasado 21 de julio, no piensen lo mismo).
LA COLONIZACIÓN.
Todo el flanco sur del Berufjörður es escarpado y carece de terreno llano para prados y granjas. Pero por la cabecera y en el flanco norte, entre el agua y las afiladas crestas, hay una ancha franja con excelentes prados y con dos granjas legendarias. La de la cabecera se llama Berufjord y la que está hacia la mitad del fiordo se llamó Gautavík y ahora es Berunes.
Frente a Djúpivogur, mar adentro, a unos doce kilómetros de distancia, está la isla Papey.
El primer colono de Islandia, Ingólfur Arnarson, pasó junto con su familia un primer invierno en el valle llamado Geithellnadalur, el segundo al sur de Djúpivogur. Llegada la primavera, las mujeres escalaron las montañas próximas, avistaron la isla Papey y observaron la columna de humo que se elevaba desde allí. Enseguida se echaron a la mar para descubrir que el lugar estaba habitado por unos monjes irlandeses. Ese mismo año, la gente de Arnarsson retornó a Noruega para regresar a Islandia en el 874 y desplazarse luego hacia el oeste y establecerse definitivamente en Reykavík. En cuanto a los frailes irlandeses, todos varones, fueron los primeros habitantes en la costa este pero, aunque permanecieron en ella durante mucho tiempo, no se les considera colonizadores porque nunca crearon familias.
En el año 825, el irlandés Dicuil dejó escrito en De mensura orbis terrae que había tenido noticia de alguno de los ermitaños que ocupaban la isla de Papey ya en el año 795. Aquellos monjes llamaron Thule al país que luego sería conocido como Islandia y dijeron que había tantas horas de luz allí durante el solsticio de verano que, a medianoche, era posible detectar un piojo entre las ropas.
A principio del siglo XII, el Libro de los Islandeses de Ari Fróði recogió que cuando los pioneros noruegos aparecieron, los monjes se fueron de Islandia porque no querían vivir entre paganos. Y el Libro de los Asentamientos habla también de estos monjes que abandonaron Islandia dejando en Papey todas sus pertenencias.
La colonización del área del Berufjörður se atribuyó primeramente a un tal Þjóðrekur, que reclamó la propiedad de todo el fiordo pero solo vivió tres años aquí. Parece ser que otro personaje llamado Björn Hinn Hávi le compró las tierras y se dice que él fue el cabeza de familia para varias generaciones de lugareños.
El primer misionero cristiano en Islandia, enviado por el rey noruego Olaf I Tryggvason, desembarcó en Gautavík. Se llamaba Þangbrandur. En principio no logró entenderse con la gente del fiordo. Síðu-Hallur, cacique de Álftafjörður, la segunda bahía al sur de Djúpivogur, tuvo noticias de la presencia de Þangbrandur y le pidió que fuera a establecerse allí. Por la festividad de San Miguel, Síðu-Hallur oyó cómo Þangbrandur cantaba al arcángel y quiso saber algo más. Al conocer que San Miguel sería el juez final de todos sus actos, los buenos y los malos, y que tendría más en cuenta los buenos, pidió ser bautizado. Los demás miembros de la familia demandaron también el bautismo. Se cree que de estos hechos viene el actual nombre del río Þvottá, que desemboca unos cuarenta kilómetros a sur de Djúpivogur. (Þvo significa lavar y se supone que aquí fue lavado el pecado original de los primeros bautizados de Islandia).
Pronto fueron católicos todos los habitantes de la región. Desde los siglos XI al XVI, la iglesia de la granja de Berufjord se mantuvo bajo la advocación de San Olaf, rey de Noruega, y de ella dependía la capilla de la granja de Berunes.
MÁS HISTORIA
Al amanecer del seis de junio de 1627, los piratas argelinos desembarcaron en el fiordo y sorprendieron dormida a la gente de Berufjord. Arrasaron el lugar y sólo escapó un joven que pudo avisar a algunos granjeros de las proximidades para que huyeran. Los bereberes continuaron navegando hacia el sur y tomaron unos cien esclavos, dejando asolada el área y deshabitada para mucho tiempo.
Gautavík, que había sido hasta entonces un notable centro de negocios, el más importante del este, ya por aquel entonces dejaba la primacía al emergente lugar de Djúpivogur.
En el año 1792 un deslizamiento de tierras, de los que a menudo ocurren en los flancos de estos fiordos, arrasó Gautavik y todos los habitantes fallecieron. Actualmente en ese área está la granja de Berunes, con su pequeña capilla y cementerio y un hotelito muy cuidado donde nosotros pasamos dos plácidas noches.
En el año 1833, en la también recuperada granja de Berufjord nació Eirikur Magnusson, que llegó a ser bibliotecario en Cambridge (Inglaterra) y autor de varios libros de poesía y leyenda islandesa amén de traductor de algunas sagas. Las actuales construcciones datan de 1874. Es posible visitarlas y conocer el pequeño museo que se anuncia a la orilla de la carretera con un indicador que reza Nonnusafn.
LA LEYENDA DEL FOSSÁ
En el flanco sur del fiordo, no lejos de la cabecera, desemboca el río Fossá después de haber excavado el valle de Fossárdalur. Hay unas preciosas cascadas casi al pie de la carretera que desaguan en un pequeño lago el cual, a su vez, vierte al fiordo. La leyenda dice que en este lago vivió un kelpie, uno de los caballos acuáticos de los que la mitología nórdica afirma que hay dos especies. Los kelpies que viven en agua salada son bromistas y sólo provocan chapuzones mientras que los de agua dulce son terribles, devoran a las personas y dejan sus entrañas tiradas al pie del camino. En este caso, el kelpie era de los malos y los granjeros del área lograron acabar con él vertiendo en el río varios cántaros de agua bendita.
Cuando sube la marea, el estuario del río Fossá es algo más profundo y antiguamente no podía vadearse a caballo. Por eso era preciso dar un largo rodeo y jugarse el tipo cruzando el río por encima de la cascada superior. En 1954 construyeron el primer puente que aún está en servicio, aunque sólo lo utilizan los excursionistas. Precisamente ahí es donde todos aparcamos el automóvil antes de dar un paseo por los alrededores del lago y las cascadas.
DJÚPIVOGUR
Una vez conocidos y disfrutados los parajes del interior del fiordo, el gran espectáculo espera en la población de Djúpivogur y en la magnífica montaña de Bulandstindur. El colmo de la suerte para el viajero consiste en descubrir estos lugares en un día soleado y con algunas pinceladas de niebla tendidas a media montaña, paralelas al agua intensamente azul.
La silueta de la casi perfecta pirámide de basalto del Bulandstindur es de las que no se olvidan. Alcanza los 1069 metros sobre el nivel del mar que toca sus pies. Cerca del Bulandstindur está el Godaborg (Fortaleza de los Dioses), de 700 metros. La tradición afirma que en el año 1000, después de la conversión al cristianismo, los caciques destruyeron las estatuas de los antiguos dioses y en algunos casos las arrojaron por una cascada, como ocurrió en Godafoss, cerca de Akureyri. Aquí, en el Berufjördur, las tiraron desde el Godaborg abajo.
Si Steven Spielberg hubiera conocido en su día el pico Bulandstindur quizá lo hubiera preferido a la Devil´s Tower de Wyoming como escenario para los Encuentros en la Tercera Fase. Hay gente que atribuye poderes sobrenaturales a esta extraña, casi fantástica cumbre. Si nosotros no intentamos coronarla fue porque hay mucho que ver y disfrutar en Islandia y es muy poco el tiempo disponible.
Djúpivogur tiene menos de 500 habitantes. La pesca fue siempre su principal ocupación aunque el turismo ya ha adquirido un peso notable. Como decíamos más arriba, este lugar fue un importante centro de negocios. A comienzos del XVI,los comerciantes de la Liga Hanseática procedentes de Bremen trasladaron su sede a las proximidades de Djúpivogur. En 1589, el rey danés autorizó a los comerciantes de Hamburgo a establecerse aquí. Como ocurría en toda Islandia, desde 1602 a 1787 los negocios fueron un monopolio controlado por real decreto y los comerciantes de Djúpivogur gozaron de derechos exclusivos en todo el área que va desde el río Skeiðará (Parque Nacional de Skaftafell) hasta el norte de la isla. Entre 1818 y 1920 la firma danesa Örum & Wulff regentó el comercio hasta que pasó a manos de una cooperativa local que más tarde se unió a la de Höfn, población situada cien kilómetros al sur.
La casa roja llamada LangaBúð –la Tienda Larga- es la más antigua de Djúpivogur. Data de 1790 y es ahora el centro cultural del lugar, incluyendo museo, tienda de artesanías y regalos y cafetería. En 1840 era almacén, comercio y sucursal de la cooperativa.
Durante la estancia en Djúpivogur hay que conocer también el conjunto escultórico al aire libre titulado Eggin í Gleðivík (Huevos en Gleðivík), formado por 34 huevos de gran tamaño que homenajean a otras tantas especies de aves islandesas. Aviso para curiosos: el huevo del lundi o puffin o frailecillo es el último de todos.
Nota: pueden verse fotos de las granjas de Berufjord y Berunes en la entrada del miércoles 11 de agosto de 2010 titulada LA LEYENDA DE BERA Y EL PASO DE ÖXI.
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