miércoles, 8 de diciembre de 2010

AKUREYRI (IV): la feria de Gásir

Bellísimas jovenzuelas vikingas, herederas de la Sigrid de "El Capitán Trueno".


Últimamente por todas partes se perpetran recreaciones de “ferias medievales”. La mayoría de las que he ido conociendo tienen un rigor histórico, un contenido y una estética paupérrimos. Probablemente no las haya más cutres que las de mi pueblo, pero de eso mejor no hablamos.
En Islandia también las hay. Sólo he conocido una y me gustó. Para empezar, en la feria de Gásir el escenario es apropiado porque el lugar fue notable punto de encuentro para negocios o mercados en la Islandia medieval. El paraje es actualmente un descampado precioso en la orilla de poniente del Eyjafjörður, apenas a once kilómetros de Akureyri. Muy cerca desemboca el río Hörgá. El terreno es ondulado, arenoso, de aluvión, poblado de herbáceas y de infinidad de flores en verano.

Desembocadura del río Horgá en la cercanía de Gásir.

A lo lejos se ven algunas granjas, a uno y otro costado del fiordo y, más allá, las montañas nevadas. Todo el territorio es dominio de gran diversidad de aves entre las que los zarapitos trinadores ejercen como maestros de coro para chorlitos dorados, bandadas de patos y gansos, grandes cisnes cantores y otras muchas especies. La música pajaril sólo se ve atenuada de vez en cuando por la sirena de alguno de los buques transatlánticos que suben o bajan por el fiordo.


En la costa oriental del Eyjafjörður, la granja de Garðsvík.

   
Las antiguas sagas de los siglos XIII y XIV se refieren a Gásir en su condición de escenario de tratos comerciales y las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los últimos años prueban que la actividad se desarrolló aquí hasta el XVI, cuando probablemente pasó al burgo de Akureyri.
La recreación de la feria medieval se celebra a mediados de julio. Los artesanos procuran vestir ropas y calzados que se suponen propios de la época y trabajan cardando e hilando lana, tiñendo telas con extractos de plantas, curtiendo pieles, fabricando adornos con conchas y piedras, tejiendo, fabricando cuerdas y sogas, labrando madera y elaborando caldos y comidas con grandes potes colgados sobre el fuego.



 
Turista español en el cepo de Gásir (por pasarse de listo).















Sabroso caldo medieval.
         

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