viernes, 8 de octubre de 2010

REYKJANES y la LAGUNA AZUL (I): antes nada, después humo. Eso somos.


Mapa turístico del extremo de la península de Reykjanes.
La primera acepción de la voz ridículo, según la Real Academia Española de la Lengua, proviene del latín reticŭlus y la define como pequeña bolsa de red que se lleva de la mano para guardar el pañuelo y otras menudencias. Otra acepción deriva del latín dêrîdiculus (risible), que a su vez viene de ridere (reir). Este segundo significado, en islandés se dice athlægi. Y hacer el ridículo es gera að athlægi.
Dicho lo cual, propongo seguidamente una excursión por la península de Reykjanes partiendo de Reykjavík: un recorrido corto pero intenso, muy variado, que propicia la meditación trascendental y también el ejercicio físico, es decir, el cuidado integral de la salud.
Conviene hacer esta exploración con ligero equipaje: cámara fotográfica, bañador, toalla, tarjeta de crédito y demás menudencias, todo ello dispuesto en el interior de una pequeña bolsa de red (reticulus) que, al abandonar el automóvil, pueda llevarse de la mano.
Así pertrechado, el viajero partirá en dirección al aeropuerto internacional y, muy poco antes de llegar a Keflavík, en la localidad de Vallarheidi, continuará por la carretera 44 hacia Hafnir y desde aquí seguirá hacia el sur por la 425.
Unos siete kilómetros más allá de Hafnir, a la altura de la bahía de Sandvíkur, descubrirá unos enormes desgarros paralelos en el campo de lava, que son resultado y evidencia de la deriva de las placas continentales. Hay por allí una señal indicadora del corto camino que conduce al  Puente Miðlína o Mid-Point. El turista puede fotografiarse encima de esta plataforma concebida justamente para tal fin.  La pose ortodoxa consiste en pisar al mismo tiempo la placa Euroasiática y la placa Americana, que se van separando a razón de unos milímetros por año. En lengua castellana decimos que esta es una postura para "despatarrarse". (Si el viajero es un europeo light, de los que alardean de modernidad e ideología altamente progresista, quizá se le ocurra situarse en el lado bueno y hacer un feo al lado malo. Si así fuere, tenga en cuenta que tanto uno como otro son suelo de la pulquérrima, preciosa, cultivada y verdaderamente avanzada Islandia).



Punto 20 del mapa.
Desgarros al oeste de la península de Reykjanes como consecuencia y evidencia de la separación de las placas continentales de Eurasia y América. Sobre una de las fisuras (esquina inferior izquierda de la imagen) se distingue el "turístico" puente de la Miðlína. (Fotografía tomada desde el avión, al poco de despegar del cercano aeropuerto de Keflavík).


Cumplimentado este paso, hay que proseguir viaje hasta que, unos cinco kilómetros más al sur, se vean cercanas las columnas de vapor y los edificios de la Planta Geotérmica de Raykjanes. Hay por allí una pista debidamente señalizada que, bordeando el área industrial, se aproxima a dos grandes monumentos naturales islandeses: los acantilados junto al faro de Baejarfell y la solfatara de Gunnuhver. 



Punto 16 del mapa.
Baejarfell: faro y planta geotérmica.

Punto 15 del mapa.
La furiosa solfatara de Gunnuhver.

El mayor pozo de barro hirviente: 20 metros de diámetro.
 En la cota más alta del campo geotérmico de Gunnuhver se puede observar el mayor cráter de fango hirviente de Islandia, con veinte metros de diámetro.
En esta parte de la península de Reykjanes son muy frecuentes los terremotos, aunque casi todos de baja intensidad. Hace pocas décadas, uno de estos temblores modificó sustancialmente la actividad infernal de este paraje. Pequeños carteles advierten que nadie debería caminar fuera del itinerario señalizado porque el suelo llega a alcanzar temperaturas de 100ºC y eso no hay calzado que lo resista. Huelga insistir (ver entrada MÝVATN II: Hverir) en la inestabilidad del terreno y el grave riesgo que el turista intrépido corre si, abandonando el itinerario indicado, trata de obtener una foto “única e irrepetible”.



¡Ojo al parche! -decimos en España.

Al pie del faro de Baejarfell, en los tremendos acantilados de lava, el visitante disfruta con la observación de los miles de aves que por allí crían y veranean. Además, desde aquí puede ver la cercana fortaleza de Eldey, la Isla del Fuego, que emerge 77 metros sobre el mar con paredes absolutamente verticales. Eldey forma parte de un rosario de islotes en una zona muy inestable por la intensa actividad volcánica. Durante la erupción de 1783 emergió uno de esos peñascos que fue llamado la Isla Nueva y que se hundió poco después. Otro, desaparecido en 1830, fue conocido como la roca del Gran Auk porque allí vivió el pinguinus impennis, especie extinguida a finales de aquel siglo. La isla Eldey sólo tiene 0,03 kilómetros cuadrados pero llega a albergar 70.000 ejemplares de alcatraz (morus bassanus): la mayor colonia del mundo.


Imagen del pinguinus impennis tomada de internet.
 



Punto 18 del mapa.
El alca torda que fotografiamos días antes en la isla de Grímsey es muy parecida a su desaparecido pariente el pinguinus impennis.
 

Magnífica fotografía de la isla de Eldey tomada del Photo Blog de Snorri Gunnarsson. La siguiente dirección web accede a las más bellas fotografías de islandia:  http://www.snorrigunnarsson.com/

 Conocido y disfrutado el extremo sur de la península de Reykjanes, el excursionista debe volver a la carretera 525 y continuar por ella hacia el este, hacia la población de Gríndavík que solo dista 15 kilómetros. Verá siempre a su izquierda un inmenso campo de lava y a su derecha, cerca ya de la ciudad, descubrirá un cementerio primorosamente cuidado. Conviene hacer aquí una parada para reflexionar sobre el sentido de la vida y su levedad. Reykjanes significa país de los humos.





Cementerio próximo a Grindavík.

Poco antes, nada. Poco después, humo. Eso somos. Pulvus eris et in pulverem reverteris. En la bella y culta Islandia, un país que nunca ha perdido el norte, prima la concepción luterana de la existencia que distingue entre una intensa vida pública y una obra que justifique el haber nacido y una vida religiosa que pertenece a la esfera de lo íntimo.
Toca pasear un rato por la pradera de este bello y evocador cementerio y, hechas las reflexiones pertinentes, se acerca la hora de cuidar el cuerpo.




Punto 12 del mapa.
Un largo pasadizo abierto en el campo de lava conduce a la sala de recepción de la Laguna Azul.
 Muy cerca de Grindavík encontrará el viajero la celebérrima, la ineludible, la indescriptible Bláa Lonið o Blue Lagoon, quizá la primera atracción turística del país y, según los lectores de la revista de viajes "Conde Nast Traveller", el mejor balneario o spa (sanitas per aquas, salute per l´acqua, salud por el agua) del mundo entero.





Un inmenso campo de lava rodea la Laguna Azul.
 En la vecina Planta Geotérmica, el vapor sobrecalentado surge del subsuelo y se utiliza para mover los turbogeneradores y producir electricidad. Tras rodar las turbinas, el vapor saturado pasa por un intercambiador de calor para calentar la red municipal de agua caliente. Y finalmente, el residuo termina en la Laguna Azul … para general divertimento y terapia.
En las espléndidas instalaciones de la Bláa Lonið, los empleados proporcionan al visitante todo tipo de instrucciones y le entregan una pulserita con un chip que facilita abrir y cerrar el armario o taquilla que le corresponda en el edificio de vestuarios. En Islandia impera un estricto código higiénico, como el viajero habrá observado a lo largo y ancho de este pulcro país. El usuario de la Laguna Azul debe desnudarse por completo y ducharse en unas salas comunes, exquisitamente limpias, donde tiene a su disposición champú y gel de baño de gran calidad. Seguidamente ha de vestir su traje de baño y, antes de dirigirse a la laguna, debe colocar dentro de la taquilla el ridiculus, o sea, la bolsa de mano con su ropa y menudencias. Si el bañista no tiene un cuerpo apolíneo o venusino –que es lo más frecuente-, debe dejar también en la taquilla el sentido del ridículo (dêrîdiculus o athlægi) para que las tres o cuatro horas que le esperan sean verdaderamente provechosas.
Por su altísima concentración de sílice y azufre, las aguas templadas de la Laguna Azul tienen gran y acreditada fama como milagrosas para el tratamiento de enfermedades de la piel. La temperatura media oscila entre 37 y 39 °C (98-102 °F) porque un complejo sistema de termostatos y válvulas automáticas aporta líquido a gran temperatura cuando es necesario. De este modo, el visitante se puede bañar placenteramente incluso si le nieva encima. Cada cuarenta horas, el agua se renueva por completo. En medio de la laguna hay una fumarola y entre las diversas utilidades y diversiones terapéuticas, hay cascadas donde experimentar masajes líquidos en hombros y espalda, varias saunas (una de ellas con forma de igloo hecho con piedras de lava) y lugares donde hacer provisión del suave y milagroso barrillo que en cualquier perfumería costaría un dineral y aquí se obtiene gratuitamente. Con esta prodigiosa sustancia -desecho de la Central Geotérmica- se embadurna el cuerpo entero si es preciso, para que la piel quede tersa, sana y reluciente.

Desconocida y morena belleza de expresión española.


Si el bañista ya no tiene un cuerpo apolíneo o venusino –que es lo más frecuente-, debe dejar también en la taquilla el sentido del ridículo (dêrîdiculus o athlægi) para que las tres o cuatro horas que le esperan sean verdaderamente provechosas.







Bajo la cascada.


 



Una cafetería con un amplio ventanal ofrece diverso tipo de bebidas y viandas. Hay también una tienda donde comprar productos textiles, cosméticos y objetos diversos para regalo, todo ello exclusivo de la Bláa Lonið.
Para más información   http://www.bluelagoon.com/

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