En las entradas anteriores recordábamos cómo el viejo Reykjavík empezó a desarrollarse en la pequeña franja de terreno que va del lago Tjörnin al mar y cómo fue creciendo por la ladera de la colina cuya cima corona, desde mediados del siglo XX, la célebre Hallgrímskirkja.
La fotografía inferior es una vista panorámica de Reykavík desde la terraza de La Perla, edificio singular del que nos ocuparemos. El inconfundible campanario de la Hallgrímskirkja, a la izquierda, destaca sobre la urbe y es visible desde los cuatro puntos cardinales.
El actual Gran Reykjavík es abastecido con agua caliente en abundancia, de origen geotérmico, suficiente para todos los usos domésticos (calefacción, higiene, lavado), recreativos (piscinas o centros de spa municipales, abiertos todo el año) y también para calentar las aceras y las calles de manera que el suelo no se cubra de hielo durante el largo invierno.
¿Quién diría que, aún en la primera mitad del siglo XX, las mujeres caminaban más de dos kilómetros hacia el este, cargando con un considerable peso, para ir a lavar la ropa en el Laugadalur. Laugadalur significa "valle de los manantiales calientes". Probablemente la columna de vapor que en el siglo IX se alzaba desde este paraje, inspiró el nombre de Reykjavík, la Bahía de los Humos.
El viejo Laugavegur, el Camino (vegur) del Lavadero (lauga), es hoy la vía comercial por excelencia del Viejo Reykjavík, del Reykjavík clásico o auténtico, el de las pequeñas y coquetas casas de madera y de chapa ondulada con tan llamativos colores.
El Laugardalur, el paraje del antiguo lavadero, es ahora el más importante y concurrido lugar para el recreo y el deporte en la ciudad. Además del excepcional conjunto de piscinas, un verdadero parque acuático alimentado con agua de origen geotérmico, aquí está el Jardín Botánico, el zoológico donde vive una muestra de toda la fauna islandesa, el Estadio de Fútbol y Atletismo, el Pabellón de Deportes y mucho más.
El viejo Laugavegur, el Camino (vegur) del Lavadero (lauga), es hoy la vía comercial por excelencia del Viejo Reykjavík, del Reykjavík clásico o auténtico, el de las pequeñas y coquetas casas de madera y de chapa ondulada con tan llamativos colores.
El Laugardalur, el paraje del antiguo lavadero, es ahora el más importante y concurrido lugar para el recreo y el deporte en la ciudad. Además del excepcional conjunto de piscinas, un verdadero parque acuático alimentado con agua de origen geotérmico, aquí está el Jardín Botánico, el zoológico donde vive una muestra de toda la fauna islandesa, el Estadio de Fútbol y Atletismo, el Pabellón de Deportes y mucho más.
El corazón del viejo Reykjavík visto desde la torre de la Hallgrímskirkja. |
Tres iglesias islandesas proyectadas por Guðjón Samúelsson: la Hallgrímskirkja (Reykjavík), la Landakotskirkja (Reykjavík) y la Akureyrarkirkja (Akureyri).
Ábsides de la Landakotskirkja y la Hallgrimskirkja de Reykjavík.
Las grandes iglesias erigidas en el Renacimiento y a lo largo de la Edad Moderna en los países del Mediterráneo exhiben, en fachadas e interiores, conjuntos escultóricos casi siempre abigarrados y a menudo espléndidos. Nuestros magníficos retablos son auténticos tebeos o cómics concebidos para estimular el aprendizaje doctrinal por observación: los dogmas, las escenas evangélicas, los milagros obrados por la oración y la caridad de los santos, el temor de Dios y los horrores del infierno.
Uno de los casi diarios conciertos en la Fríkirkjan.
En los sobrios templos luteranos del norte apenas hay esculturas. Si acaso, una sola talla o una pintura de Cristo. Aquí es la música, el arte de los ángeles, la que estimula los más sublimes sentimientos y emociones y procura el sosiego del espíritu.
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